A cuarenta años del nacimiento del Coro de FAMAF

En el año 2022 se cumplió el 40 aniversario de la creación del Coro de FAMAF. Entrevistamos a distintas personas que fueron parte del inicio de un proyecto que ya es parte de la identidad de la FAMAF.

El contexto

Fines de 1981. El gobierno de facto comenzaba a pergeñar la última bala de su reinado de muerte que constituyó Malvinas y agotaba su tiempo dejando un país devastado material y espiritualmente. Poco a poco, frente a un régimen que tenía sus días contados, algunas voces asomaban con el dolor de lo que fue y la ilusión de aquello que se avizoraba.

Hubo una gran movida en esa época, desde el 81. Después de la Multipartidaria(1) vinieron las internas, me acuerdo que ahí ganó Alfonsín. Acá, en Córdoba, tuvo mucho auge, sobre todo porque el angelocismo, para sorpresa de todos ya que se presentía que iba a jugar con De la Rúa, se inclinó por Alfonsín. Era un clima muy lindo, de mucha euforia, la dictadura estaba en franco retroceso”, recuerda Francisco Tamarit. La luz que se filtraba por la hendija de la participación partidaria se extendía con mayor claridad hacia sectores de la cultura. En ese ámbito, como el alerta se encontraba desplazado hacia la peligrosidad de la participación política, podía tensarse el arco con más libertad. En la música, algunas voces se levantaban de forma solista, ejemplo paradigmático fue el rock nacional, y otras lo hacían buscando el conjunto, el colectivo.

Nacimiento

En noviembre de 1981, durante el aniversario del otrora IMAF, el coro de la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales se presentaba como parte de los festejos. Estaba integrado por David y Ricardo Zamar, alumnos del IMAF. "Nos preguntamos por qué no podíamos tener un coro propio", recuerda Ricardo. Junto a su hermano, David, llevaron la iniciativa a las autoridades con un nombre específico para dirigir la formación vocal: Gustavo Rocchietti. En el camino, impulsando la idea, se sumaron Cecilia González, que formaba parte del coro del Conservatorio del Carril, y Carlos Briozzo, reciente egresado de la Escuela de Niños Cantores Domingo Zíppoli.

Coro de la FCEFyN dirigido por el maestro José Eduardo Alonso (David, Ricardo y Gustavo integraban la formación que inspiró la iniciativa de formar un coro en el IMAF)

Recuerda Rocchietti: "Entre los trámites que se estaban haciendo aparecieron dos interesados más. Las autoridades dispusieron que cada uno de los postulantes hiciera un proyecto, se lo planteara a los alumnos y que ellos eligieran. La mayoría me eligió a mí pero había cierta reticencia en acatar esa votación. No se entendía muy bien hasta que finalmente las autoridades confesaron que estos otros postulantes venían impulsados por el rectorado de la UNC que, como sabemos, dependía del ejército, (estaba Menéndez al mando) y se debía hacer lo que ellos dijeran". “Tenían un nombre, era una egresada del Zípoli que finalmente terminó dirigiendo otro coro”, confirma Briozzo. Sin embargo, tal vez por ese cambio de aires que se estaba gestando, y cierta astucia que todos le reconocen a Juan Tirao desde su rol de gestión, las autoridades del Instituto (el mencionado Tirao y el secretario académico Alberto Gattoni), acatando la voluntad de los estudiantes, aceptaron a Gustavo como director. Para los estudiantes significaba la posibilidad de juntarse, discutir, intercambiar ideas y pareceres: "Más allá de lo artístico, estar en el coro representaba la oportunidad de volver a juntarnos" rememora Zamar.

“El coro fue uno de los tantos espacios que comenzaban a abrirse, estaba el sindicato que hacían los profes, el Centro de Estudiantes un poco después, estaba la Asociación Física Argentina, que se empezaba a rearmar, la UMA, la Asociación Argentina de Astronomía. Pero eran todos, en cierta medida, espacios generacionales; en cambio el coro era transversal, había gente de diferentes edades. Pienso en Arneodo, Clariá, eran profesores que para nosotros, en ese momento, eran grandes, tal vez para mí hoy serían jóvenes. En particular, mi participación en el coro fue lamentable. Los apoyábamos desde el Centro de Estudiantes, pero yo como cantante era imperdonable”, recuerda sonriendo Tamarit.

Los memoriosos reconocen en Cecilia González, Ricardo Zamar y Carlos Briozzo a los impulsores de una voz que entretejía al conjunto y se estructuraba como un coro. También se nombra a Sergio Cannas, al que recuerdan como el guitarrista que amenizaba las reuniones, además de coreuta. Todos ellos son parte del equipo docente e investigador que actualmente se desempeña en nuestra Facultad. Algunos de ellos, incluso, han sido parte de los equipos de gestión que han dirigido los destinos de la FAMAF desde su constitución como Facultad y el propio Tamarit, Rector de la UNC.

Encuentro con los artífices

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Cecilia González, Carlos Briozzo y Ricardo Zamar esperan en el hall del Aula Magna. En una simetría llamativa la muestra que viste ese centro neurálgico de la FAMAF exhibe fotografías de los desaparecidos de la institución durante la última dictadura. Nos dirigimos a un lugar más tranquilo, donde podamos conversar sin interrupciones, el laboratorio de Resonancia Magnética Nuclear.

“Yo formaba parte del coro de ciencias exactas desde el 77 -recuerda Ricardo - y en un momento surgió la inquietud de generar uno en nuestra Facultad, Instituto en realidad, ya que era un ambiente parecido y un territorio fértil para formarse artísticamente además de científicamente”.

Sería tentador atribuirle una orientación frontalmente política a la iniciativa, una salida oblicua a aquello que estaba prohíbido, un desafío astuto a la autoridad, pero la realidad suele ser más compleja y las acciones humanas fruto de procesos históricos. “No era un centro de estudiantes, no se nos pasaba por la cabeza, ni siquiera sabíamos qué había ocurrido en Imaf ni si había habido un Centro anteriormente; sabíamos que habían habido problemas pero nada más, no se contaba nada” precisa Zamar. Lo que había sucedido en Imaf durante los primeros meses de la Dictadura, estaba tapado por un silencio sepulcral, pero tanto David, que era abogado y ya había sufrido en carne propia el aparato represivo de los militares por su actividad sindical, como Ricardo a partir de la militancia estudiantil en su Jujuy natal, tenían cierta conciencia de aquello que estaba pasando. Esa idea general pero inequívoca inhibía de algún modo una participación política frontal, que podría haber derivado en la constitución de un Centro de Estudiantes. Carlos Briozzo complementa: “al Centro no lo hizo la tanda nuestra, lo hizo la promoción siguiente: Pancho (Francisco Tamarit) y Sergio (Sergio Cannas). Pero el coro fue un poco más sencillo y las autoridades de ese momento no solo no pusieron dificultades sino que fueron bastante pro coro. Juan Tirao como director y el gordo Gattoni como Secretario Académico. Fueron muy abiertos al respecto y nos dieron aval, nos hacía falta un lugar en la Facultad, estábamos en agronomía, la caja de zapatos”. (2)

Sobre el origen del coro, la historia que relataba Gustavo Rocchietti es refrendada por los tres. “Proponíamos a Gustavo como Director, era uno de nosotros. Cuando le comentamos la idea se entusiasmó muchísimo y dio a entender que había mucho espíritu para llevar adelante eso, que no era una cuestión laboral, profesional, ni siquiera había cargo”. Había una afinidad no solo generacional con Rocchietti, también se identificaban desde el entusiasmo e ideas en común: “Una de las cosas importantes de una actividad así, es que sea divertida; sino, no tiene mucho goyete. Y la otra persona que se proponía no era una mala profe pero era otro tipo de relación, cero onda: para nosotros Gustavo era un igual, no un jefe”.

Rocchietti no era un improvisado. Venía trabajando en el coro de la FCEFyN como una especie de director alterno. Realizaba arreglos, en algunas ocasiones lo dirigía y tenía una agrupación vocal de dimensiones reducidas denominada Stylus en la que también participaba Ricardo Zamar y donde Gustavo asumía funciones de dirección. (3)

Arte y ciencia: complementos

Más allá del peso opresor de la Dictadura, habría que entender la creación del Coro como una necesidad derivada del ambiente científico y académico del Imaf y las exigencias universitarias. “El coro era una válvula de escape -reflexiona Carlos Briozzo- el primer lugar donde me sentía libre. En la Facu no me sentía libre, no porque te estuvieran cagando a palos académicamente pero un ambiente donde estabas haciendo otra cosa, estabas laburando de estudiante”.

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Cecilia robustece el argumento de Carlos: “Para mí fue un lugar en donde juntarse para compartir una actividad que te hacía crecer en otros aspectos que no era el académico. El coro era algo más, para Ricardo siempre fue muy importante la música, entonces yo lo seguía. Y bueno, con Ricardo hicimos un equipo desde ese momento”. Ese equipo sigue vivo hasta el día de hoy ampliado con dos hijas vinculadas al arte, una de ellas, Candelaria Zamar, cantante de voz hermosa y letras profundas.

En ese sentido el Coro funcionó como un punto de encuentro, como un árbol que se ramifica; y se convirtió de este modo en la antesala de otras instancias de participación. “Ya entrado el 83, cuando se vio que se iban los milicos y se llamaba a elecciones, la típica era que, sobre todo los viernes que era uno de los días que ensayábamos con el coro, nos fuéramos a La Rueda, la empanadería que estaba en el centro en frente de la iglesia, en Trejo y Duarte Quirós. Y ahí sí: pizza y birra de por medio empezábamos a hablar de todo. Pero ya estaban cambiando los aires también. Vos pensá que el coro se formaba después de Malvinas y ya estaba Bignone, que era el liquidador de la Dictadura.” recuerda Carlos Briozzo.

Anecdotario

Rememoran los tres una anécdota que define un tiempo político e histórico. El final la noche era vox populi y ya se comenzaba a presionar, sobre todo desde el claustro estudiantil, con la normalización de la universidad. “Hubo un hecho puntual -relata Cecilia- la toma del rectorado, eso fue en el 82, fuimos a apoyar a los chicos que estaban haciendo huelga de hambre”. “Recuerdo que había militares y policías -dice Ricardo- allí se notó la cuestión intergeneracional. Éramos pendejos, no veíamos el peligro ni las consecuencias de lo que estábamos haciendo, pero me acuerdo que Anfi dijo ‘¿están seguros que tenemos que ir ahí?’ y miraba para todos lados esperando lo peor, mientras cantábamos en la calle con los estudiantes en la vereda”.

“…cuando me moje hasta adentro la oscuridad”

La primera formación del coro, según el registro que nos acercó Gustavo Rocchietti, fue la siguiente:

  • Sergio Canas
  • Francisco Tamarit
  • Adriana Ferreyra
  • Ana De Vita
  • Alicia Rodríguez
  • Ana Pogonza
  • Susana Rosemberg
  • Sergio Porcel de Peralta
  • Anfi Villagra
  • David Zamar
  • Ricardo Zamar
  • Cecilia González
  • Carlos Briozzo
  • Vicente Capuano
  • Fernando Elías
  • Clariá Olmedo
  • Arneodo

Y el primer grupo de canciones que interpretaron fue:

  • "Pues no te duele mi muerte", Renacimiento Español, primera canción aprendida.
  • "Por uno puertos arriba"
  • "De dónde venís amore"
  • "Ay Luna que reluces"
  • "Luna del carnaval"
  • "Donde está el pajarito"
  • "Vasija de Barro"
  • "Vidala para mi sombra"

El último, Vidala para mi sombra, fue el primer arreglo que Rocchietti hizo especialmente para el coro. Y además de un desafío personal, redondeaba una audacia política. El tema, compuesto por Julio Santos Espinosa, era parte del cancionero de Jorge Cafrune, asesinado por la Dictadura, y de Atahualpa Yupanqui, exiliado en Francia durante el período.

placa Rocchietti

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1-La Multipartidaria fue un intento de acción política llevada a cabo en el año 1981 que reunió al Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical, el partido Demócrata Cristiano y el Movimiento de Integración y Desarrollo. Tuvo como objeto presionar a la dictadura Militar para que se realizaran elecciones libres.

2-FAMAF, durante años, funcionó en el edificio de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, denominado por los estudiantes como “la caja de zapatos”. Recién en la década del ‘90 se trasladó a su actual ubicación.

3-El director del Coro de la FCEFyN era el maestro José Eduardo Alonso, mentor de Gustavo Rocchietti a quien le dedicó la presentación del 19 de diciembre último en la Iglesia de la Compañía de Jesús.