La Voz OnLine   Córdoba, Argentina, Domingo 24 de febrero de 2002
  Sociedad

“El país jugó con nuestras esperanzas”



Francisco Panero

De nuestra redacción

fpanero@lavozdelinterior.com.ar

“Antes de irnos, pagamos nuestras deudas y con 100 pesos en el bolsillo partimos para Alemania. Esta ida demostraba aquello que no queríamos: un país que jugara con nuestras esperanzas, con nuestros proyectos”, cuentan a la distancia Carola Joost Newbery y Gustavo Sibona, el matrimonio cordobés que el mes pasado se fue del país junto a sus tres hijos.

Cansados de tantos obstáculos, de la desconsideración a su esfuerzo y talento y al no ver ningún tipo de salida a sus proyectos, decidieron, por una vez, hacer caso a las numerosas ofertas que recibieron desde el extranjero durante años.

Siempre pensaron en capacitarse afuera y volver a la Argentina, pero después de los sucesos de los últimos meses de 2001, saben que el que emprendieron es un viaje de ida.

Carola es comunicadora social (UNC) y, por ahora, hará un posgrado a distancia porque sus niños son muy pequeños. En Argentina fue secretaria del vice-rector de la UTN pero su salario en unos pocos años bajó a la tercera parte por los numerosos descuentos.

Gustavo es físico (estudió en la Famaf y el Instituto Balseiro, en Bariloche) y se especializó en mecánica estadística al describir la parasitología del Chagas. Ideó un modelo que describe cómo evoluciona la cantidad de parásitos que desarrolla el tripanosoma cruzi.

Su trabajo no había llamado la atención en congresos nacionales pero sí en el extranjero, al punto que también recibió una oferta para radicarse en Brasil.

En Augsburg trabaja en simulación mediante dinámica molecular y estudia la interacción entre fullerenos y un cristal de silicio. Esto es de aplicación directa en la industria electrónica y la fabricación de chips.

Como investigador asistente recibe más del doble de lo que cobraba como profesor de la UTN en Capital Federal. Pero aclara que, después de la última depreciación, la comparación es de cinco a uno. Y aclara que su nivel de gastos es similar.

Ultimos días de infierno

Antes de tomar la determinación que tanto venían negando, el matrimonio pasó por varios picos de adversidad.

La depreciación de los salarios desde 2000 comenzó a cambiar su panorama. “Buscábamos estabilidad –cuenta Carola desde Alemania–, no ser millonarios, ni ganar más. Cada mes se nos hacía más difícil pagar las cuentas. Uno estructura su vida de acuerdo a determinadas entradas, pero en el último tiempo ya empezamos a tocar nuestros ahorros para tapar huecos”.

“Con mi marido –prosigue– empezamos a ver que, lentamente, cada vez trabajábamos más para tener menos y que cosas importantes para nosotros, como salud y educación, eran cada día más difíciles”.

Cuando ya tenían decidida la partida todavía pensaban que “todo parecía un irse para volver”. Pero la experiencia del corralito que les congeló sus ahorros les hizo sufrir un golpe en tiempo de descuento. Sólo gracias a la ayuda de amigos pudieron mudar sus muebles de Buenos Aires a Córdoba y pasar las fiestas con sus familiares. Recién a comienzos de año pagaron las últimas deudas y subieron al avión con sólo 100 pesos en la billetera.

Con resignación, finalizan su relato desde Alemania: “Sentimos que no era un ‘hasta pronto’, sino un ‘chau’. No nos podíamos quejar, teníamos un futuro... pero no era el que hubiésemos querido elegir”.

Gustavo Sibona, junto a su esposa Carola y sus tres hijos.