Cuando se calienta un objeto sólido, emite “radiación térmica”. A medida que se eleva la temperatura, el objeto se torna rojo, luego, amarillo y después, blanco. Esta radiación térmica se emite en una distribución continua de frecuencias, desde el infrarrojo al ultravioleta.
Complementariamente, cuando se ilumina un objeto, algo de luz se absorbe y algo se refleja. Un “cuerpo negro” ideal absorbe toda la radiación que le llega: se lo ve negro al iluminarlo. Cuando se lo calienta, emite energía electromagnética producto de la agitación térmica de los electrones de la superficie. La intensidad de esa radiación depende de su frecuencia y de la temperatura. Si este objeto está en equilibrio térmico con el entorno, irradia tanta energía como la que absorbe. O sea: un cuerpo negro es un “absorbedor” perfecto y también un emisor perfecto de radiación.
En la práctica, un cuerpo negro es una cavidad hueca cuyas paredes internas reflejan perfectamente la radiación electromagnética (por ejemplo, paredes metálicas), con un pequeño hueco en la superficie. La radiación que entra por este agujero queda atrapada en la cavidad y se absorbe completamente luego de sucesivas reflexiones: ese hueco absorbe como un cuerpo negro. Por otro lado, al calentar la cavidad, la radiación que escapa es “radiación de cuerpo negro”, es decir el hueco es también un emisor perfecto: al aumentar la temperatura el agujero comienza pues a brillar.
Nos interesa entonces el espectro emitido: a cada frecuencia corresponde una densidad de energía por unidad de volumen , que según las observaciones experimentales no depende ni de la composición química ni de la forma del objeto, solo de la temperatura
. El máximo de esta distribución se da para una frecuencia
proporcional a
(ley de Wien), por eso el color dominante va cambiando de rojo a amarillo y luego a blanco. ¿Cómo se explica este comportamiento espectral?
En 1879 J. Stefan encontró experimentalmente que la intensidad total (potencia por unidad de área) es
Rayleigh planteó en 1900 ondas electromagnéticas estacionarias con nodos en las superficies metálicas. En el equilibrio térmico, la energía media total contenida en la cavidad con frecuencias en el intervalo
se obtiene multiplicando el valor medio
almacenado en un modo de frecuencia
, por el número total de modos
con frecuencias en ese intervalo. Para obtener
podemos pensar en una cavidad cúbica de lado
, en la cual escribimos el campo eléctrico estacionario de amplitud
sujeto a las condiciones de borde
Esta descripción solo es válida para bajas frecuencias, y diverge para grandes, con lo cual la cantidad total de energía contenida en la cavidad es infinita, lo que es absurdo. Este fracaso de las predicciones de la física clásica se conoció como catástrofe del ultravioleta. La resolución de este problema fue propuesta por Planck en 1900, quien interpoló los resultados anteriores, asumiendo que los intercambios de energía en las paredes de la cavidad deben ser discretos: solo pueden transferirse múltiplos de
, donde
es una constante universal; es
decir, la energía almacenada en un modo de frecuencia
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Es interesante notar que cuando las frecuencias son predominantemente bajas, es decir
, el valor de
coincide con el predicho por la clásica (ejercicio). Por otro lado, la predicción para la energía total contenida en la cavidad resulta finita:
Gustavo Castellano 29/04/2025