Lo que ya no se puede ocultar

   Nos convencieron desde pequeños que el sistema es la representación de la civilización. Que somos afortunados que el sistema se ha desarrollado tanto que ahora tenemos acceso a movernos por el mundo, conocer lugares, otras culturas, estudiar en el extranjero, adquirir productos de cualquier parte del mundo, etc. etc. etc. Todo es genial y ha sido gracias al avance del progreso que a su vez es posible por el sistema que se supone usa a la iniciativa privada como principal motor del avance de la civilización mundial. El sistema no sólo se basa en la iniciativa privada sino que en lo tangible se basa en la acumulación de riqueza en sus distintas formas: dinero en divisas fuertes como dólar, euro, yen etc., o también en materiales como el oro, pero más que nada en forma de empresas, corporaciones, u otras formas organizadas de hacer negocios.
  Bien, pero ahora se rompió el espejo y se destruyó el cuento que nos hicieron creer. El sistema falló estrepitosamente. Una propiedad fundamental de un sistema exitoso y duradero es que debe mantener a todos sus integrantes con un mínimo de felicidad, o estado de ánimo; tanto sean los beneficiarios del sistema como los oprimidos por el sistema; que siempre han sido la mayoría. Pero ahora el sistema ha fallado a escala planetaria, pues esta pandemia no ha sido prevenida, por ningún estado, ni corporación, ni organización de cualquier tipo. Y todos, beneficiarios y oprimidos, son castigados de la misma manera: con la posible muerte por una enfermedad invisible.
  Esto no tiene precedentes pues en ocasiones anteriores las estupideces de la especie, o eran discutidas, o tenían efectos acotados geográficamente. Pero ahora el problema, sin lugar a dudas ni discusiones, ha cruzado todas las fronteras imaginables.
  ¿Cuál es la clave por la cuál se ha llegado a esto? ¿Cuáles son los valores que nos han traído hasta esta situación? Veamos. Tenemos el contraste de que la mayor potencia económica del mundo tiene como motor el negocio del armamento bélico, y otros negocios menores que aprovecha muy bien. ¿Cómo es que no se ha llegado a desarrollar la tecnología y los establecimientos adecuados para copar con una emergencia de pandemia como la que tenemos ahora? Pues es por que en la escala de valores que se usan y nos han inculcado, este tipo de problemas o temas, está muy por debajo de otros como: la rivalidad tribal, el deseo de acumulación de riqueza, el deseo del poder sobre otros humanos, la dominación de economías, la imposición de ideologías, etc. etc. etc.
  La pregunta es: ¿Vamos a seguir así? o lo aprovecharemos para despertar de la pesadilla de vivir en un sistema que viene demostrando su locura en diversas formas.
  Ya no podemos confiar en que líderes mesiánicos tomarán las mejores decisiones para lograr nuestro bienestar. Pues han demostrado haber fracasado estrepitosamente en todos los flancos. Ya no podemos seguir dividiéndonos en término de tribus separadas por banderas, religiones, ideologías, razas o lenguas. Somos una sola especie global que amenaza su propia existencia. Debemos cambiar el sistema para que el poder de decisión sea democrático, pero globalmente; lo que implica garantizar el acceso a la información y a la educación de todos los miembros.