Se podría pensar que Jesús Humberto Calderón tenía un destino marcado en FAMAF. De niño se veía estudiando las estrellas. Por necesidad y por capacidad apostó por la Matemática. Sin embargo, se enamoró de la Física. La vida lo llevó a desarrollar tecnologías para la investigación.
Contame, Jesús, ¿vos sos de acá, de Córdoba?
Sí, yo soy cordobés.
¿En qué colegio arrancaste?
En el Presidente Sarmiento.
¿Cuál es?
En la bajada Roque Saenz Peña, esquina General Bustos. Eso es barrio Cofico, yo vivía ahí cerquita. Entré cuando tenía cinco años y ya sabía leer y escribir. Mi vecina, una chica sólo tres años mayor, jugando a la maestra, me había enseñado.
Casi un prodigio; ¿en tu familia te alentaban?
Sí. Mi padre era una persona muy lectora. Yo tuve acceso a libros desde siempre. En casa había algunos, y varios trataban algunas cuestiones de astronomía. Pero la motivación más grande me surgió cuando yo vi por primera vez el Atlas del Universo. Y supe sobre las distancias, enormes, entre los planetas. Había también un esquema de los eclipses y ese tipo de cosas. Me quedaba horas mirando. Después, el regalo más maravilloso que recibí fue un globo terráqueo para mi cumple de nueve. Ahí ya comencé a simular los eclipses con una linterna.
En realidad, mis padres me recomendaron siempre la lectura.
También había cosas de astronomía en el primario de esa época…
Más tarde rendí libre sexto grado e ingresé al colegio Monserrat, al plan nuevo del Monse, con once años. Recuerdo que, en tercer año del colegio, el aula quedaba en frente de la biblioteca. Ahí tuve un contacto más estrecho ya con los contenidos de la astronomía, los planetas, las nebulosas. A esas alturas, yo ya había decidido que iba a estudiar astronomía o matemática, porque no sabía que existía la física todavía.
¿No tenían física en el colegio en esa época?
Sí, pero recién en quinto, en el último año. Yo estaba en tercero. Y, bueno, como la matemática no me costaba y ya me gustaba la astronomía y esas cosas…
Decidiste ingresar al IMAF….
Alguien en el colegio me comentó de la existencia del IMAF. Entonces, yo dije: "Voy a estudiar ahí". Me gustaba la astronomía, no sabía si estudiar matemática. Luego tuve física en el colegio, pero la física que tuve era una cosa extremadamente rígida. Es más, si hubiera sido por la física que me dieron en el colegio, quizá hubiera estudiado corte y confección (ríe).
¿Fuiste a cursar al Observatorio, una vez en IMAF?
Sí. Toda mi vida la hice ahí, en el Observatorio. La cuestión es que hice el curso de ingreso. En esa época era muy duro: las materias eran cuatrimestrales, el horario era el doble de lo que es actualmente.
Entonces, a la mañana tenías teóricos y a la tarde tenías prácticos. Te daban solamente una tarde libre a la semana. Y bueno, como te digo a mí no me costaba la matemática. Cuando fui a rendir mi primer examen en julio, me di cuenta que no sabía estudiar. Aclaro que en esa época no te podías llevar materias de un cuatrimestre para el otro, tenías que aprobar las tres: Álgebra, Matemática y Física. Recuerdo que me dijeron: "Pase y explique el concepto de límite", y no supe explicarlo. Así fue que me di cuenta que había una parte de madurez intelectual que aún no tenía. Sí tenía facilidad para la operatoria matemática, pero eso no bastaba.
No me quedó claro si al ingresar querías estudiar astronomía o matemática
Iba a estudiar matemáticas. Yo necesitaba trabajar. Mi padre era jubilado, y yo tenía que ayudarlo. Por razones prácticas se me daba la matemática. Desde el secundario había ya trabajado preparando alumnos de años inferiores, y en el IMAF hice lo mismo. La cuestión es que después de que cursé física, me encantó tanto esa disciplina y la forma en que se la abordaba en IMAF, digamos “en serio”, que opté por estudiar física. Cambié. Tuve la suerte… Yo había ingresado en el año 1964, pero me fui atrasando en el cursado, porque tenía alumnos particulares, y los tenía en diciembre y en marzo.
Tenías que preparar alumnos y era justo en tu época de exámenes…
Tal cual. Entonces, bueno, ahí andaba. Así que eso me atrasó en la carrera. Pero tuve la suerte de que en el año 1968, cuando yo estaba en el Observatorio, empezara a dedicarme seriamente a la fotografía.
¿Eras fotógrafo aficionado?
Efectivamente, yo era fotógrafo aficionado, y empecé a trabajar sacando fotos en las fiestas, sociales, ese tipo de cosas. Ese año el grupo de Galaxias, en su tiempo dirigido por el Dr. José Luis Sérsic, un astrónomo muy famoso a nivel internacional, necesitaba un fotógrafo. Una de las chicas del grupo, Miriam Pastoriza, que sabía que necesitaba trabajar, me dijo un día: "Che, Beto, el gordo Sérsic anda necesitando un fotógrafo para el laboratorio fotográfico. Si te interesa, andá a hablar con él”. Y respondí: "Sí, cómo no". Y ahí Sérsic me hizo un contrato con CONICET como auxiliar de laboratorio. Era el encargado del laboratorio fotográfico con el proyecto de desarrollar una técnica especial. Al margen: mis primeros dos contratos con CONICET llevaban la firma de Bernardo Houssey. Otra acotación al margen: Miriam Pastoriza, a la que mencioné como una de “las chicas” del grupo, también fue después una astrónoma muy, muy destacada. Más adelante siguió su carrera en Brasil.
Contanos sobre aquel proyecto fotográfico
La tarea que me encomendaron fue desarrollar una técnica para trazar lo que se llaman las isodensidades. ¿Ustedes han visto un mapa de una galaxia? Tenés la foto de la galaxia, y superpuestas tenés todas las líneas de igual intensidad luminosa, con eso se construye un mapa. Se llaman isofotas, son curvas de igual luz emitida. Y yo tenía que desarrollar esa técnica para hacer esos mapas fotográficamente, de forma totalmente analógica, claro, porque no existía otra cosa. Era una técnica que no estaba desarrollada en el país. Como conocía de fotografía, física, óptica y otras yaerbas, pude resolver rápidamente el problema. Yo hacía la foto y después los astrónomos la medían. Había un aparato que era el microdensitómetro, que era el que permitía medir con precisión la densidad fotográfica y después, a través de calibraciones con otras estrellas, podías sacar la cantidad de luz emitida, que es lo que importa para los fines astronómicos.
¿Y qué tal fue la experiencia de trabajar con Sérsic?
¡Muy buena! Sérsic era una persona de mirar al futuro. Lamentablemente, tenía muchas contras en el Observatorio. Él era destacado internacionalmente, pero los egresados más jóvenes que él, sus discípulos, lo acusaban por sus tendencias políticas, reales o supuestas. Y Sérsic era un poco lábil emocionalmente y se disgustaba mucho con eso. A él le gustaba mucho también la mecánica celeste, es decir el estudio de la dinámica de los cuerpos del Sistema Solar; fue pionero en ese campo. Incluso hay una hermosa Ley de Sérsic, que era una ley empírica ¿no?
¿Cómo lo recordás, como personaje?
Él era muy reactivo, digamos. Aunque conmigo no, siempre tuvo un trato muy tranquilo. Lo afectaban mucho las opiniones negativas. Y algunos colegas lo atacaban. Cuando él decía: “vamos a hacer tal cosa”, siempre se encontraba con respuestas negativas. Por ejemplo, dijo una vez: “vamos a construir un espectrógrafo acá en Córdoba”. Pero algunos espectroscopistas de estrellas no lo tomaron en serio. "Acá no lo van a poder hacer", le dijeron. Sin embargo, se hizo. Sérsic era muy, muy creativo y capaz, tenía mucho empuje de ahí para adelante.
¿Y en Córdoba, dónde se construyó ese espectrógrafo?
Se hizo en el taller mecánico del Observatorio. El Observatorio tenía sus propios talleres; su taller de óptica, su taller de carpintería y su taller de mecánica de precisión. ¡Hasta tenía un taller de automotores! Yo sospecho que el primer taller mecánico de precisión que hubo en Córdoba fue el del Observatorio. Las máquinas originales todavía están, y algunas se seguían usando hace algunos años, porque eran muy buenas. Y la verdad también el taller tenía al principio gente muy, muy capacitada.
Entiendo que eso de los fierros también te gustaba mucho.
Me gustaban los fierros, ¿viste? Llegué a la astronomía, me interesaban los fierros para la astronomía. Debo decir que yo siempre fui una persona dispersa, por decirlo de alguna manera, con intereses muy variados. Nunca he sido un científico de enfocarme exclusivamente en un tema. Me interesaba más el aspecto general. Tal es así que en la física es una de las cosas que no me convencía mucho, esa carrera de hiper especialización. Te cuento cómo me hice astrónomo. Resulta que mis compañeros de estudio, que se formaban conmigo pero como astrónomos, y yo como físico, me miraban como sapo de otro pozo. Así que dije: Bueno, voy a estudiar astronomía, así no me gastan más. Y cursé las materias de astronomía.
¿Te acordás en qué año te recibiste de físico y en qué año te...?
En el ‘74 me recibí de físico y en el ‘77 de astrónomo. Hice las materias de astronomía y, bueno, progresé con mi cargo en Conicet, en la carrera del personal de apoyo, no en la carrera de Investigación. Acordate que entré como técnico en fotografía. Después tuve oportunidad de entrar a la carrera de investigador, pero no quise, porque no me gustaba mucho el estar tan atado a la presión de la publicación. Considero que es muy importante, claro, y admiro a la gente que puede agarrar y enfocarse en un tema y dedicarle gran parte de su vida a ese tema en particular. Pero no era exactamente lo mío. Por eso digo que siempre fui disperso.
Por caso te estabas desarrollando en astronomía y te recibiste primero en Física.
Pero mi trabajo especial como físico fue poner a punto un intensificador de imágenes para uso astronómico. Era un instrumento que recién salía.
Mataste dos pájaros de un tiro.
Maté dos pájaros de un tiro. Sérsic compró uno en Estados Unidos y yo fui el encargado de ponerlo en uso.
En realidad, las imágenes sirven para todo. Lo que pasa es que nosotros, los astrónomos, las usamos más que nada para visualizar, pero en esencia se trata de elementos de medición. Vos podés medir con mucha precisión con detectores de imágenes, y se usan en muchísimas técnicas. La mayoría, por ejemplo, de las mediciones de alta precisión en metrología se hacen fotografiando con detectores como los que están en los celulares, nada más que de mejor calidad. Y bueno, hay infinidad de aplicaciones. No solo en astronomía, sino en física. Participé de varios desarrollos y hasta para otras áreas como biología. Me invitaron ir a la cátedra de Microbiología de la Facultad de Ciencias Médicas. Pero decliné. Dije que soy disperso, ¡¡¡pero no tanto!!!
¡Muchas gracias por tu tiempo, Jesús!
Gracias a Uds. ¡Un placer!